Llega el momento más difícil del día, la noche. Me lavo los dientes, entro a mi cuarto, apago la luz y me acuesto en mi cama, entonces empieza. Los sonidos y la voz de mi mente son más fuertes que en el día. A pesar de haberme acostado con sueño no puedo dormir, miro la hora y son las 22 horas. Me doy la vuelta y me acomodo de nuevo pero de nuevo empiezo a escucharlas. Esa voz que me dicen todo lo que me ha pasado y que me ofrece una mejor vida si le hago hago caso. Porque apenas dije que le haría caso pero tuve un incidente que me hizo ver que el hacerle caso va en contra de mi forma de ser. Creo que eso lo molestó porque ahora lo escucho más fuerte y seguido. Incluso ahora lo escucho cuando juego o hago ejercicio. Escuchar música me ayuda cuando estoy en mi trabajo porque casi no lo escucho. Está atento a todo lo que hago, tan pronto sucede algo él me empieza a hablar. Sus palabras tienen mucha lógica. Hoy amanecí con sueño, tardé en dormir, ya me dolía mi cabeza, sentía que est